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LA PROVINCIA MEDITERRÁNEA: ESPOSA DE CRISTO, AUTÉNTICAMENTE IGLESIA, GOZOSAMENTE EN MISIÓN


PRIMERA CARTA DEL PROVINCIAL 

A LA PROVINCIA MEDITERRANEA


 
Nº 1/JUNIO 2012
Consejo Provincial
21-23/5/2012

LA PROVINCIA MEDITERRÁNEA: ESPOSA DE CRISTO, AUTÉNTICAMENTE IGLESIA, GOZOSAMENTE EN MISIÓN
Queridísimos hermanos Oblatos y Laicos Asociados:
La Provincia Mediterránea es una realidad. Enhorabuena, por tanto, a todos nosotros que, de modo diverso, formamos esta realidad, formamos esta nueva Provincia.
Al inicio de este camino eclesial y misionero, que la Provincia Mediterránea está llamada a narrar en la fidelidad al Evangelio de salvación, cómo no volver la mirada a Aquel que es Señor y da la vida, porque es el Resucitado? Sí, invitamos a volver la mirada a Él, sobretodo para darle gracias.
  • Darle gracias por haber sido compañero de viaje de los Oblatos italianos y españoles en este proceso de discernimiento para el nacimiento de la nueva Provincia;
  • darle gracias por haber iluminado al P. General y a su Consejo a la hora de acoger y promover, también canónicamente, esta nueva realidad;
  • darle gracias porque nos da la oportunidad de no cesar de atrevernos a creer que el Evangelio es la bella noticia de la que el hombre, también el hombre de hoy, tiene necesidad;
  • darle gracias porque nos sigue dando estímulos y coraje para anunciarle en cuanto misioneros, continuadores de aquella historia que S. Eugenio intuyó hace casi 200 años, experimentando un amor inmenso por la Iglesia abandonada;
  • Darle gracias porque, mientras nosotros pedimos obreros para su mies, El continúa llamando a los jóvenes en su seguimiento, para que sean testigos del Reino(las primeras obediencias, que el P. General ha dado a los escolásticos P. Enzo Macchia, P. Lucian Bosoi, y H.Valentín Vrînceanu durante la Eucaristía del Domingo 20 de Mayo, reflejan esta verdad, es decir, que Cristo llama y es fiel);
  • darle gracias porque Él nos asegura que con la Provincia Mediterránea no acaba la historia de las dos Provincias de España e Italia, sino que esta historia continúa en una síntesis más el elevada, más evangélica, porque la historia que la nueva Provincia expresa no es otra que el esfuerzo, el empeño por realizar un proyecto de compartir los recursos humanos, espirituales y materiales, para que la misión sea más eficaz. No solo eso: esta unidad para nosotros, Oblatos italianos y españoles, llega a ser una llamada para que aprendamos a ser hermanos, fieles a la palabra de la Escritura que nos recuerda que Cristo “ de los dos pueblos ha hecho uno solo, eliminando todo lo que os era puesto en medio” para hacer germinar la unidad, reflejo de la caridad misma de Dios. Una realidad de comunión más evangélica, más convincente, que nos debe hacer creíbles, más coherentes con la inspiración del Fundador:”Entre vosotros, la caridad”.

Que el nacimiento de la Provincia Mediterránea permanezca como un memorial para no olvidar que Dios hace maravillas: maravillas para nosotros, con nosotros. Hace maravillas en la Familia oblata; las hace aquí en Europa, en este Continente que tiene raíces cristianas, pero que, en la actual síntesis cultural, le ignora, le infravalora, le rechaza dramáticamente.
  • Que este “hecho histórico” llegue a ser “momento histórico” de forma que nos haga percibir una llamada irrevocable hacia un nuevo modo de creer. Una llamada que, en una renovada sensibilidad de fe, nos haga desear un “nuevo modo de reapropiarnos” de Jesucristo y del Evangelio, y comprender que la Iglesia es el gran cofre de amor, para que esta presencia no se disuelva.
  • Sí, nuestro tesoro es Jesucristo. Es Él el que es anunciado, porque el hombre, todo hombre, Le busca, aun cuando no sabe que es Él, que Él es el viviente. Nuestro tesoro es Jesucristo: nosotros, oblatos de las misiones difíciles lo debemos repetir sin miedo y dilación. “ Ay de mí si no lo anunciase”, decía S. Pablo y Pablo VI en Manila en 1971 expresó esta llamada como un grito sufrido. ¡Este grito debe ser el nuestro! Es el grito de nuestra fe. Que este grito nos de convicción, esperanza, deseo de vivir y testimoniar una vida pascual frente a un cristianismo que parece tener el aliento corto, frente a un insidioso malestar, moral y espiritual, que se halla en la vida social. Malestar que toca a la Iglesia: marginada, colocada en aprieto ad extra, pero también, deprimida, apática y resignada ad intra. Un malestar que afecta a la vida consagrada, que parece reducirse a un pequeño candil, al menos en Occidente, pero sobretodo que parece pobre de ideas, de entusiasmo, de impulso misionero, incapaz de evidenciar aquel “modo diferente” de estar en el mundo que “hace la diferencia” respecto a toda otra concepción de la vida.
  • Sí, el Resucitado, nos ayuda a vencer una cierta mediocridad, un cierto sincretismo de comportamiento que no nos hace rectos sino, tal vez, solo más tristes y resignados. Él nos recuerda que tenemos una dignidad inconmensurable que nos viene del bautismo, de la vocación a la misión, que es el recorrido para nuestra santificación y para promover una actitud de confianza y de esperanza en la presencia del Señor Resucitado, verdadero antídoto para hacer retroceder todo tipo de vanalización de la vida.
  • Sí, si Cristo será nuestro tesoro, Él será nuestro compañero de viaje, el compañero de viaje de la Provincia Mediterránea. Sí, Él será nuestra fuerza, nuestra razón para orar cada día, para ser puros y responsables cada día, para ser hermanos de cada prójimo y para pedir perdón siempre que sea necesario; para ver cada día, que el Reino de Dios se realiza en medio de nosotros y con nosotros. Verdaderamente, Él será para todos nuestra razón para ser fieles al carisma; nuestra razón para no cesar de sentirnos Iglesia que quiere amar, anunciar, testimoniar el rostro de Dios reflejado en Cristo, aunque esto cueste, pueda comportar renuncia, sacrificio, hasta dolor.

Queridísimos Amigos: en esta nueva aventura, inscrita en este nacimiento de la Provincia Mediterránea, junto a Cristo, están compañeros especiales de viaje. Son los Oblatos que ya han atravesado el umbral del cielo.
  • Así, quisiera recordar a algunos de estos compañeros de viaje, poderosos intercesores, que están a la raíz de la historia que va a iniciarse con la unificación de nuestras dos ex–Provincias. Son los jóvenes escolásticos españoles de Pozuelo que, en 1936, han dado la vida por Cristo, por la Iglesia, por el Reino. Su sangre atraviesa la vida de la Congregación junto a tantos otros mártires. Su sangre atraviesa nuestra historia, nuestra vida: ¡ no lo olvidemos!. En esta estela, son compañeros de camino el P. Mario Borzaga y su catequista, muertos en Laos en 1960.
  • Ahora, entre tantos compañeros, queremos recordar al P. Natalito Sartor, P Venancio Marcos, P.Bramante Marchiol, P.Pietro Bignami con su ardor misionero; Mons. Lionello Berti, P. Domingo Crespo, P. Máximo Cráter, P.Piero Bonometti, H.Antonio D`Amico con su bondad; Mons. Sinforiano Lucas, P. Felipe Díez, P. Giuseppe Borghese, P. Giovanni Santolini con su generosidad; P. Eugenio Sanchez, P. Gaetano Liuzzo, P. Carmelo Conti Guglia con su tenacidad; Mons. Félix Erviti, H. León Fraile, H. Cándido Pérez por su fidelidad y Mons. Marcello Zago por su pasión por la misión y por el diálogo interreligioso.
  • Sobre estas vidas y sobre tantas otras no podemos abdicar en el entregarse a fondo en querer a Cristo, a su Evangelio y en el empeño por anunciarlo. Sobre estas vidas, que se han ofrecido por una auténtica Iglesia misionera, nosotros sentimos el deber de poner hasta el fondo nuestra parte, para que la Provincia Mediterránea sea viva y dinámica. Bella Esposa de Cristo, porque Iglesia: auténticamente Iglesia, gozosamente Iglesia.

Queridísimos Amigos: que el Señor pueda ser gracia para todos nosotros todos los días. Que el Señor pueda siempre bendecirnos para hacernos capaces, por nuestra parte, de bendecir a aquellos a los que somos enviados, sobre todo a los pobres y los que buscan en la fe el rostro del Dios viviente.
  • Mientras renuevo una gracia particular al Superior General, P. Louis Lougen, al Consejero General P. Luis Ignacio Rois, a todo el Consejo General, a los Provinciales de las dos ex –Provincias, P. Otilio Largo y P. Nicola Parreta, a los respectivos miembros de los Consejos provinciales de Italia y de España y a los miembros del C.I.P.U. por haber creído, promovido y trabajado en este proyecto de unificación., siento necesidad de confiar nuestra Provincia Mediterránea y el nuevo Consejo Provincial a Aquella que no cesa de repetir, porque es Madre providente de aquel vino nuevo que las ánforas no son capaces de contener, que “hagamos lo que nos diga”su Hijo, el Hijo del Padre, María Inmaculada.
  • Sea Ella la que sostenga nuestro gozo de creer y de trabajar por la misión. Sea Ella la que nos asegure que el Reino crece, avanza, no obstante nuestras resistencias y nuestra poca fe.

¡Muchas felicidades a todos! ¡Muchas felicidades, Provincia Mediterránea! ¡Buen Camino!
Y que la gracias del Señor nuestro Jesucristo esté con todos nosotros.
En Cristo y María Inmaculada,

vuestro hermano, Padre Alberto Gnemmi, OMI
(Superior Provincial)

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